EL ODIO
A veces quisiera
desahogarme y decir cosas pero luego analizo y concluyo que no vale la pena perder el tiempo hablando
MIERDA.
Aunque
después retrocedo, me tomo una taza de café, y me doy cuenta que tal vez esos
breves instantes en los cuales, nos podemos expresar cabalmente, son
necesarios, son parte elemental de nuestras vidas, son parte vital de nuestro
proceder, de nuestro diario vivir, de nuestra lucha cotidiana. En este instante
por ejemplo: Se me ocurre pensar en el odio. Ese odio perenne que muchas
personas llevan dentro de sí y no saben cómo deshacerse de él, no saben cómo
echarlo a un lado y buscar respiros y soplos de paz y armonía. Ese odio tan
repugnante que no los deja crecer espiritualmente, ese odio tan terrible que
los inhibe para lograr ser mejores “Ser Humano”, cerrándose así todas las
puertas.
El
odio y el amor “dicen” que poseen ciertos parentescos, que del odio al amor
existe tan sólo un trecho, y también “dicen” que del odio más cruel, pagano,
soez y banal, nació el amor, y yo, por
supuesto, estoy en completo, total y absoluto desacuerdo.
Quienes
odian no tienen pudor, no tienen la mínima conciencia de lo fraternal, de lo
sublime, no poseen la magia divina, de esos sueños encantados que acarician la
vigorosa luz del sol que nos da fuerza y nos susurra melodías celestiales al
oído, cada mañana.
El
odio es la ignominia más atroz y aterradora del globo terráqueo. Un método de
poco valor, una acción sumamente cobarde, un sentimiento poco elocuente,
siniestro y ambiguo. El odio es tan miserable y hace tan miserable a quienes lo
practican, que después de un breve y diminuto instante, se les ve arrastrándose
como serpientes sin piel y envenenándose con su propio veneno.
Ahora
bien:
Quienes
odian no merecen ser odiados, al contrario, hay que enviarles señales diáfanas,
vulnerables, sensitivas y positivas, enviarles soplos de amor, fe y esperanza.
Para que aprendan a amar y a no odiar sin razón, sin motivos algunos. Tan sólo
porque les dé su perra gana.
Qué
práctica tan absurda y ridícula! Y es
que de seguir con esa actitud negativa y retrógrada seguirán arrastrando sus
propias cadenas hacia una luz incierta, hacia una luz inexistente en la
existencia misma, pero esa luz inexistente y oscura, será eterna en sus rotos,
desalmados y vagabundos corazones y quedarán encadenados con sus propios huesos, se perderán en su
destino incoherente e incongruente, con su propia lengua se enredarán hasta
quedar inmóviles y moribundos, y unos ángeles les rociarán el rostro con saliva
en vez de agua bendita.
Neury
Luciano
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