lunes, 7 de enero de 2013

ALGO QUE ESCRIBI SOBRE EL ODIO Y ME GUSTO, ESPERO QUE A USTEDES TAMBIEN.


                           EL ODIO

     A veces quisiera desahogarme y decir cosas pero luego analizo y concluyo que  no vale la pena perder el tiempo hablando MIERDA.
Aunque después retrocedo, me tomo una taza de café, y me doy cuenta que tal vez esos breves instantes en los cuales, nos podemos expresar cabalmente, son necesarios, son parte elemental de nuestras vidas, son parte vital de nuestro proceder, de nuestro diario vivir, de nuestra lucha cotidiana. En este instante por ejemplo: Se me ocurre pensar en el odio. Ese odio perenne que muchas personas llevan dentro de sí y no saben cómo deshacerse de él, no saben cómo echarlo a un lado y buscar respiros y soplos de paz y armonía. Ese odio tan repugnante que no los deja crecer espiritualmente, ese odio tan terrible que los inhibe para lograr ser mejores “Ser Humano”, cerrándose así todas las puertas.
El odio y el amor “dicen” que poseen ciertos parentescos, que del odio al amor existe tan sólo un trecho, y también “dicen” que del odio más cruel, pagano, soez y banal,  nació el amor, y yo, por supuesto, estoy en completo, total y absoluto desacuerdo.
Quienes odian no tienen pudor, no tienen la mínima conciencia de lo fraternal, de lo sublime, no poseen la magia divina, de esos sueños encantados que acarician la vigorosa luz del sol que nos da fuerza y nos susurra melodías celestiales al oído, cada mañana.
El odio es la ignominia más atroz y aterradora del globo terráqueo. Un método de poco valor, una acción sumamente cobarde, un sentimiento poco elocuente, siniestro y ambiguo. El odio es tan miserable y hace tan miserable a quienes lo practican, que después de un breve y diminuto instante, se les ve arrastrándose como serpientes sin piel y envenenándose con su propio veneno.
Ahora bien:
Quienes odian no merecen ser odiados, al contrario, hay que enviarles señales diáfanas, vulnerables, sensitivas y positivas, enviarles soplos de amor, fe y esperanza. Para que aprendan a amar y a no odiar sin razón, sin motivos algunos. Tan sólo porque les dé su perra gana.
Qué práctica tan absurda y ridícula!  Y es que de seguir con esa actitud negativa y retrógrada seguirán arrastrando sus propias cadenas hacia una luz incierta, hacia una luz inexistente en la existencia misma, pero esa luz inexistente y oscura, será eterna en sus rotos, desalmados y vagabundos corazones y quedarán encadenados  con sus propios huesos, se perderán en su destino incoherente e incongruente, con su propia lengua se enredarán hasta quedar inmóviles y moribundos, y unos ángeles les rociarán el rostro con saliva en vez de agua bendita.
Neury Luciano
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